Por Sofía Gómez Vallarta, Coordinadora del Programa de Conservación en Cabo Pulmo y Los Cabos. Fotos: Roberto Bringas.
El huracán Odile nos hizo vivir en la región más sureña del Estado de Baja California Sur, una catarsis interna y colectiva muy profunda e intensa; su paso ha marcado nuestras vidas de una manera particular, que aún no podría describir con claridad.
Un par de días antes del domingo 14 de septiembre, estuve monitoreando el huracán… la NOOA (National Oceanic and Atomspheric Administration http://www.nhc.noaa.gov) de los Estados Unidos tiene un sitio web bastante bueno que mantiene a la población informada sobre tormentas huracanes y otros meteoros que se generan tanto en el Atlántico como en el Pacífico. Desde que identificaron Odile, su trayectoria se veía clara, directo a los Cabos… alcanzó a desviarse un poco unos días antes, más caprichosamente regresó a su trayectoria original y alrededor de las 11 pm tocó tierra y devastó San José del Cabo y Cabo San Lucas de manera impresionante. Unos amigos que se encontraban en la Paz y que había yo visto el día anterior playeando en Todos Santos, me dieron maravilloso “coacheo”, es decir, me asesoraron para que tomara las debidas precauciones, un amigo de ellos, meteorólogo, les informó que el huracán traía mucha fuerza y que era necesario prepararse. Alrededor de las dos de la tarde salí un poco asustada al mercado a comprar agua y víveres, presentía algo, pero no tenía ni idea de su magnitud… encontré mucha gente, conocidos, haciendo lo mismo… se sentía ya la tensión y la expectación… sabíamos que Odile llegaría pronto… nunca imaginamos su fuerza.
Pasé la tarde en casa, ni siquiera se me ocurrió descolgar del corcho de la pared las postales, fotos, y demás información visual que acompañaba mis días de oficina. Mi primo me sugirió que agarrara a Lulúcienta, la perrita con la que comparto mis días, y me fuera con ellos para no pasarla sola… decidí quedarme en casa, con lo que soy… a las 6 pm más o menos se fue la luz… mi celular seguía funcionando, tenía suficiente pila… el computador también… no recuerdo si la lluvia y el viento comenzaron a las 7… o a las 8… el agua comenzó a entrar a mi casa por debajo de la puerta y yo comencé a trapear, y trapear… trapear y trapear… venía la noche y prendí unas velas … una en mi cuarto, y otra en el baño… cuando empezó a soplar el viento con más fuerza, analicé levemente la situación de mi departamento, que se encuentra en un segundo piso, protegido por otras casas… y muy cerca de un arroyo dos tres grande, concluyendo que me encontraba protegida (según yo) por la infraestructura de alrededor (a modo de auto terapia).
Cuando el viento se puso más intenso y cobró más fuerza me metí al baño con Lulú, … estuve enviando mensajes de texto a mis amigos que se encontraban en La Paz, pues estaba harto asustada… llamé a mi Madre, con quien puedo llorar de miedo sin escatimo y recibir palabras de confort y ánimo… el cielo tronaba y el viento soplaba fortísimo… colgamos… eran las 10.30 pm… mis piernas comenzaron a temblar y el ruido afuera cada vez estaba más intenso, envié un mensaje de texto a mis amigos de La Paz diciendo que estaba muy fuerte la cosa y que tenía mucho miedo… me marcaron… Me encontraba terriblemente asustada… se escuchaban miles de sonidos distintos, imagínense… postes caídos… volaron techos, se rompieron muchos, muchísimos cristales… se cayeron miles de árboles… un ruido ensordecedor y terrorífico… me acuerdo y mi piel se eriza nuevamente… siento espasmos en mi pecho y lloro, y me viene esa sensación de pequeñez y des protección…
Las palabras de apoyo hicieron la diferencia…“respira Sofía, respira” me decían por el teléfono… me entregué a seguir sus consejos y comencé a respirar de la manera más consciente que puede… de pronto gritaba y ya ni me acuerdo qué les decía… “respira Chofis, respira”, me decía Fabricio… yo respiraba, y respiraba… Me informaron que el amigo meteorólogo les comunicó que Odile pegaría justo en los Cabos alrededor de las 11 pm… no podía imaginarme más fuerza y más agua… “se me tapan los oídos” dije… sentir la presión en mis oídos fue de lo más impresionante… pues esa sensación me la dan muchos litros de agua sobre mi cabeza cuando buceo en el mar… nunca imaginé que el viento pudiera hacerme sentir esos cambios de presión… me asusté más… y de nuevo escuchaba: “respira”… para ese momento el baño era el lugar más seco y seguro del dpto., y el agua ya cubría completamente mis pies… irónicamente el único lugar seco siempre fue la regadera… donde alcancé a poner algunas cosas…
Me dijeron que faltaba una hora más bajo esas condiciones… Fabricio me preguntó por las ventanas… no a todos les había puesto cinta… no calculé la fuerza de Odile… mi querido amigo me recomendó acercar mi colchón y en caso de escuchar vidrios rotos, me cubriera con él para proteger mi cuerpo… así que arrimé la cama a la puerta del baño… se cortó la comunicación… (infinito agradecimiento en mi corazón para Fabricio, Gael, y su familia, que me apoyaron en ese momento de crisis, y que me ayudaron a encontrar la herramienta maravillosa que me ayudó a sobrellevarla)…
Entendí que lo único que me quedaba en ese momento era respirar… estar consciente, presente… atenta… protegerme y sobrevivir… mi mente traicionera y mi fértil imaginación de pronto tomaban fuerza con las ráfagas más fuertes y me preguntaba ¿qué vas a hacer si de pronto vuela el techo… o se cae la pared?… o se rompen los cristales en mil pedazos y vuelan como dagas perforándolo todo… incluso mi cuerpo…
Lulúcienta temblaba… comencé a cantar un mantra que mi amiga Susy me enseñó hace más de veinte años cuando íbamos a un cerrito a cantarle a Tara, la diosa tibetana del amor… Om Tare Tu Tare Tura Soja… cantaba y respiraba mientras abrazaba a Lulú en el intento por calmar su miedo… recordé que alguna vez me iniciaron en reiki… una herramienta de curación en donde se trabaja la visualización y los decretos… decreté muchas veces que yo y Lulú estábamos seguras… a veces miraba el reloj… 11.20… cuando pensaba que terminaría pronto… se ponía más intenso… volvía a la respiración y al canto… a acariciar a lulú y decretar que nada me pasaría… cuando salía del trance de leve paz provocado por el mantra y la respiración pensaba en la gente que estaba alrededor… llevábamos 20 minutos de un viento demencial y agua, mucha agua… recordaba el arroyo que pasa cerca de casa… y no sabía si era de esos que crecían de manera descomunal cuando caía tanta agua… si dejaba de respirar y de cantar comenzaba a imaginar que las casa de alrededor se podían caer… o romperse un poste y romper los vidrios y las paredes… hacer conciencia de mi propio pánico me ayudaba a volver a mi respiración… y al mantra… de pronto prendí la luz de mi celular para divisar algo que veía moverse en el piso… y me di cuenta que había libros… cojines y otras cosas flotando por el dpto…. me pregunté cómo se habían movido estos objetos de su lugar… me armé de valor, salí del baño y me asomé a la sala…
La puerta del depto y una de las ventanas estaban abiertos de par en par… Odile entraba a mi casa haciendo volar todo lo que no se encontraba firme… el futón se encontraba a media sala… la fuerza del viento lo movió más de dos metros de lugar… entendí que tenía que cerrar la puerta y atrancarla y cerrar la ventana… intenté hacerlo entre cinco y siete veces… no recuerdo exactamente cuántas… pensar en que los vidrios podían reventar y atravesar mi cuerpo me hacían regresar a mi refugio… cuando menos cuenta me di estaba ya trancando la puerta con el futón, cerrando la ventana… y regresando al baño… cerrar la puerta y la ventana cambiaron completamente mi percepción de lo que pasaba afuera… el ruido y la fuerza del viento cambiaron de intensidad y me sentí completamente segura… a su vez…
Odile perdía fuerza… me di cuenta que había pasado lo peor y que si las ventanas no se había roto, ya no se romperían…comencé a levantar cosas del suelo… todo lo que el viento había tirado al piso y flotaba libremente en el chapoteadero en el que se había convertido mi casa…comencé con la escoba a según yo “sacar” agua por debajo de la puerta… mientras continuaba mi ritual respiratorio y continuaba cantando el mantra… cantaba…movía agua… respiraba… me di cuenta que lo que hacía no tenía mucho sentido y que mientras siguiera lloviendo así, el agua no se iría por debajo de la puerta… solo la estaba moviendo en el interior de mi depto… me moví a mi cuarto y comencé a “achicar” agua como dicen acá, con un toper ponía el agua que estaba en el suelo en una cubeta y luego la echaba por el escusado… no sé cuánto tiempo estuve haciendo esto, ni cuantas cubetadas de agua tiré por el wáter… mientras yo seguía cantando poco a poco fue llegando el agotamiento y sentí una presión conocida en mi espalda baja… decidí descansar y esperar a que llegara la luz del sol para poder salir a la calle. Arrimé aún más mi cama al baño, estaba un poco mojada… quité las sábanas…acomodé a Lulú en la regadera, donde su cama se mantuvo seca… se echó y durmió tranquila… seguía lloviendo y soplando el viento…
Odile continuó su curso al norte, sin imaginar que devastaría a todo el estado de Baja California Sur. Quite las sábanas de mi cama, coloqué una gruesa toalla sobre el colchón y puse sábanas secas… abrí una cerveza y me la tomé casi toda de un solo trago… me tumbé en la cama y caí en un somero sueño de aproximadamente tres horas… me despertaron voces… abrí los ojos y miré el reloj… eran casi las 6 am, el sol estaba pronto a asomarse y brinqué de la cama inmediatamente… me asomé por la ventana y vi luces de linterna… todavía llovía y soplaba el viento… abrí las ventanas… vi tres hombres de la CFE (grades héroes haciendo impresionante trabajo hormiga, tienen todas mis porras), con impermeables y linternas… les pregunté que cómo estaba todo y me dijeron que destruido… pregunté por los autos estacionados afuera… “la Xterra esta bien, el carrito verde tiene roto el parabrisas”… “chale” pensé primero… “son solo cosas” pensé después… “estas viva”… me llenó una sensación de infinito agradecimiento, recordé el gran ego que cargo en la espalda… y me sentí tan pero tan chiquita, sola y vulnerable… como jamás en mi vida… poco a poco fue clareando, como cada mañana… pero esta mañana fue completamente distinta… no podía abrir la puerta de mi casa… se atrancó… o la atranqué yo muy fuerte por la madrugada… la madera hinchada de agua no me dejaba mirar hacia la calle… cuando el sol iluminó todo…los vecinos comenzaron a salir de sus casas… pedí ayuda a gritos y un muchacho subió y empujó mi puerta… “¿la tumbo?” preguntó… “sí, dale… ábrela por favor”…y así fue… la puerta se abrió y comenzó una experiencia apocalíptica…
Postes y árboles en el piso…. Arriba de mi rana (una tracker verde) había un techo de madera con bambú, que quién sabe desde dónde voló… el gran ficus que abrigaba la casa de enfrente estaba en el piso… pocas hojas quedaban en sus ramas… salía la calle… a ver el auto… vidrios rotos… toldo roto… el auto de la chamba todo bien… recordé como su alarma sonaba y sonaba mientras recibíamos los embates del viento… la primera vez que la escuché me asusté muchísimo… pensé que era algún tipo de alarma que sonaba para evacuarnos… luego de unos minutos supe que era la alarma del auto, que sonó repetidas veces, cuando el viento soplaba demasiado fuerte…
En algún momento decidí armarme de valor e ir a ver si mis amigos y amigas estaban bien… he de confesarles que me moría por una bebida helada… así que en esos momentos mis motores fueron salir a buscar a alguien conocido para verle a los ojos y abrazarle, y algo frío de beber… ilusa yo que pensaba que podía encontrar un lugar donde comprar algo… pasé frente a walmart y estaba cerradísimo… pero veía venir gente con bolsas y productos… un chico traía una bolsa de plástico y una botella de agua y caminaba despreocupado por la calle… le pregunté que dónde había comprado su agua y me dijo “allá, en Ley”… seguí de frente sin darme cuenta lo que ocurría en el súper mercado… todos los árboles de la carretera estaban en el suelo… había que manejar en zigzag para pasar entre ellos… la gente caminaba por la calle… intenté entrar a la colonia magisterial para ver si mi amiga Raquel y su hija estaban bien…
Pensé en Robert, Kike y Fa… en mi primo Alberto y su familia… en Fer y en Kristian, en la gente de Cabo Pulmo… no puede entrar a la ministerial pues había unos postes en el piso, y cables bloqueaban la avenida… no me di cuenta que si no había luz, seguramente los cables no traerían electricidad… más no lo consideré y tuve miedo de pasar tan cerca de ellos… entonces aborté la misión de entrar a la ministerial y tomé la avenida finisterra… en donde encontré otra vez decenas de árboles tirados… zigzagueando decidí ir a buscar a mi colega Ale Valdes… me encontraba tan transtornada por los últimos sucesos, que no logré encontrar su casa…estaba segura de conocer el camino a la perfección… más no fue así… regresé a la avda finisterra… hasta llegar a la avda Mijares que luego me llevó a la zona hotelera… el llanto brotó en mis ojos cuando vi el mayan palace destruido… un modelo de desarrollo agotado, la opulencia se la llevó el agua y la fuerza del viento… seguía impresionada por la fuerza de Nuestra Madre Naturaleza…impresionada… seguí andando… frente a la plaza del pescador encontré a Robert y Fa… agradeceré siempre ese momento, de ver ojos amigos… abrazarles… saber que estábamos bien y vivos… me pidieron raite, y decidimos apoyarnos estar juntos…me di cuenta que no quería pasar las siguientes horas sola… que necesitaba compañía… les dije que quería ir a ley a comprar cervezas, que en casa tenía víveres… y un gran desmadre… fuimos ilusos a ley, a comprar cervezas, agua y víveres….
Llegamos, estacionamos, y Robert dijo contundente… “la gente no esta comprando, esta saqueando”… mujeres, jóvenes, niños… todo el mundo, salía despavorido con carritos de súper llenos de productos… cualquier cantidad de cosas… agua, sopas, latas, alcohol, pañales… nos preguntamos si entrar o no y decidimos ir por víveres… necesitábamos comida para los siguientes días y nos hicimos conscientes de que si ese saqueo continuaba y nos esperábamos a poder comprar víveres… llegaría un momento en que ya no habría nada… sobrevivir fue la premisa, así que entramos por latas de garbanzos, agua, sopas, suero,víveres… estar en medio del saqueo me hizo entrar en un estado de shock que no conocía… reconocía gente de muy bajos recursos en el interior, los que tienen poco… en el fondo entendía lo que pasaba… siempre he dicho que lo que menos me gusta de los cabos es la diferencia tan pronunciada entre los que más tienen y los que no tienen nada, me molesta esa injusticia social justificada por las cuantiosas divisas que el destino trae a nuestro país…en Cabo vacacionan los más ricos de los ricos del mundo, que han vivido en el lujo y el derroche de espaldas a toda la gente que mantienen viva la estructura turística de la opulencia … es muy fácil juzgar, me molestaba lo que escuchaba en la radio, entiendo que no hay necesidad de robarse televisiones y computadoras, que la premisa de sobrevivir no debería de estar acompañada por un saqueo de esa índole…pero yo me pregunto, ¿qué se siente no tener agua en tu casa por meses, ni luz, ni servicio de limpia quien te recoja la basura de afuera de tú casa… qué se siente no tener nada mientras otros se regodean en sus hummers y mercedes benz, gozando de su existencia millonaria y sin preocupaciones?… me dije a mi misma que yo no tomaría más que lo que me cupiera en mis brazos para poder sobrellevar los próximos días y puse a mi mente en un mood de “no juzgues, solo observa y cuídate”… el piso estaba lleno de agua… las croquetas de perro cayeron al suelo provocando un lodo asqueroso y apestoso, muy resbaladizo… me di cuenta que salí de mi casa en chanclas y que mis pies estaban harto desprotegidos así y que tenía que ser cuidadosa pues había muchos vidrios en el suelo… todos los vidrios que Odile rompió a su paso… estuve con esas chanclas como cinco días… hasta hoy hace rato me puse unos tenis.
Luego de que Robert logró sacar sopas y unas latas de garbanzo que le pedí (yo había ido a la camioneta para acercarla y poder subir víveres)… mientras esperaba a mis compañeros en el auto, observé a la gente… la situación… la desesperación…sentí una infinita tristeza… no entendía por qué llevaban tanto… acaparando ,corriendo… histeria y caos… pienso que para cuando llegamos ya se habían llevado los electrodomésticos pues no vi en ese momento nadie con televisiones y computadores, como luego vimos en Walmart. Nos movimos a casa de Robert y Fa, que son vecinos… para guardar los víveres… decidí ir a mi casa por mis cosas de mayor valor, terminar de sacar el agua, agarrar un colchón que tengo, ropa seca… y regresar a dormir con ellos pues no quería pasar sola la noche… eso hice…
Pasé dos días y dos noches en Cabo luego de que Odile entró… observamos escasa policía en la calle… no teníamos idea todo lo demás que pasaría… hasta el miércoles a media noche salí de Cabo hacia la paz… las aventuras que se suscitaron luego del éxodo se las platicaré en otro momento…
Infinito agradecimiento por estar viva y contar con la fortuna de estar rodeada de gente hermosa, que me ha tendido la mano… soy otra persona y no sé eso como se manifestará en mi vida de hoy en adelante… sé que lo que no nos mata nos hace más fuertes… y sé que la Naturaleza y su fuerza nos rebasan… somos polvo cósmico…
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