El contrabando hormiga de llantas desde Estados Unidos hacia Tijuana ha derivado en una competencia desleal para los importadores establecidos y, al mismo tiempo, ha desencadenado un problema ambiental en la ciudad, ante la proliferación descontrolada de neumáticos que terminan en calles, desarenadores o en la canalización del río Tijuana.
El ciudadano se enfrenta a un problema al momento de desechar las llantas de sus vehículos: los camiones de basura no se las llevan y, en las llanteras, les cobran si desean dejarlas ahí.